domingo, 13 de junio de 2010

Daniel

Sí, es posible.
Verte sonreír, mirarme. Mirarte. Sentir que algo me recorre de pies a cabeza cuando me tocas. Acariciar tu espalda, sentirte cerca, mío, susurrarte miles de cosas al oído.
Abrazarte con fuerza y sentir que estas ahí. Perderme contigo en cualquier lugar, lejos de todo lo que se nos pueda interponer.

Me encanta besarte, morderte, acariciar cada centímetro de tu piel. Me encanta tu olor, que después se queda conmigo. Que me mires a los ojos.
Cada pequeño momento, cada pequeña pero gran dosis de felicidad. Y de pronto, ser feliz. Ser feliz de verdad, contigo. Sin preocuparse por otra cosa más que tu seas tan feliz como yo.
El cielo como límite alcanzado, y quererte como única ilusión.

Te juro que todavía no sé como lo haces. Como has echo en tan poco tiempo que esto se complete. Y es que esto ya es tuyo, ya solo te puedo pedir que lo cuides. Que nada más me importa que vivir esto, este presente y el próximo futuro.

No quiero tenerte tan lejos como vas a estar, quiero tenerte aquí, ahora y en todos los lugares posibles. Sin nada más que nosotros mismos.

De todo aquello a lo que intentamos poner nombre, tratamos de ordenar y tratamos de entender. No, en realidad no es necesario entender nada.Limitarnos a querernos, a entendernos y a todo aquello que tenga que ver con nuestra nube de felicidad.
¿Qué por qué te quiero? No lo sé, ni lo voy a saber nunca, pero sabes? Tampoco me preocupa en absoluto. Tú y yo, y el resto qué más nos da.
Te quiero porque eres todo lo que nunca he imaginado que podría tener, porque eres increíble, y porque simplemente te necesito. Necesito tenerte cerca, hablarte, comerte, besarte, quererte, tocarte. Te necesito Dani, no sabes hasta que punto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario